“Porque tienen pechos redondos con montañitas que levantan la tela de sus blusas cuando tienen frío, porque tienen caras de rasgos dulces como las de los niños, porque tienen labios rellenitos y dientes decentes. Porque no huelen a transpiración ni a tabaco barato. Porque les sonríen a todos los niños pequeños que pasan a su lado. Porque caminan por la calle con la cabeza alzada, con los hombros hacia atrás y no responden a tu mirada cuando te fijas en ellas como un maníaco. Porque pasan con un valor inesperado por encima de todas las servidumbres que les imponen sus anatomías delicadas. Porque en la cama son atrevidas e inventivas para mostrarte lo mucho que te aman. Porque se hacen cargo de todas las tareas pequeñas y aburridas de la casa sin quejarse, sin presumir y sin pedir que se les dé las gracias. Porque no leen revistas porno ni navegan por sitios porno. Porque llevan todo tipo de zarandajas que hacen juego con sus ropas según reglas incomprensibles. Porque se dibujan y se pintan las caras con la atención concentrada de un artista inspirado. Porque tienen la obsesión por la delgadez de Giacometti. Porque descienden de las niñas. Porque se pintan las uñas de los pies. Porque juegan al ajedrez, al whist o ping-pong sin interesarles quién gana. Porque conducen con prudencia coches que se parecen a caramelos, esperando que las admires cuando cruzas por el paso de cebra. Porque tienen una forma de arreglar los problemas que no eres capaz de comprender. Porque tienen una manera de pensar que te saca de quicio. Porque te dicen te quiero cuando menos te quieren, como una especie de compensación. Porque tienen de vez en cuando pequeñas dolencias: un dolor reumático, un estreñimiento, un callo, y entonces te das cuenta de repente que las mujeres son personas, igual que tú. Porque escriben ya sea de modo sumamente delicado, coleccionando pequeñas observaciones y esbozando sutiles matices psicológicos, ya sea de forma brutal y escatológica, no fuera a ser que sospecharan que hacen literatura femenina. Porque son lectoras extraordinarias para las que se escribe tres cuartas partes de la poesía del mundo. Porque Angie de los Rolling Stones las vuelve locas. Porque las enloquece Cohen. Porque llevan una guerra total e inexplicable contra las cucarachas. Porque hasta la más dura business woman lleva braguitas con florecitas y encajes enternecedores. Porque resulta tan raro tender en el balcón las braguitas de tu chica, unas cositas húmedas, negras, rojas y blancas, en parte satinadas, en parte ásperas, y te asombra la diminuta superficie que tienen que cubrir. Porque en las películas nunca se duchan antes de hacer el amor, pero únicamente en las películas. Porque nunca llegas a un acuerdo con ellas con respecto a la belleza de otra mujer o de otro hombre. Porque se toman la vida en serio, porque parecen creer de verdad en la realidad. Porque verdaderamente les interesa quién sale con quién entre las estrellas de la televisión. Porque siempre se acuerdan de los nombres de las actrices y de los actores de las películas, incluso los de los más oscuros. Porque nunca piensan en cómo ligarse al tipo simpático que ven en el autobús. Porque beben porquerías como Martini Orange, Gin Tonic o Vanilla Coke. Porque sólo se ponen la mano en el culo en los anuncios. Porque son rubias, morenas, pelirrojas, dulces, calientes, cálidas, graciosas. Porque el momento más hermoso del día es el café de por la mañana, una hora entera royendo galletitas y poniendo verde a todo el mundo. Porque son mujeres, porque no son hombres, ni otra cosa. Porque de ellas hemos salido y a ellas regresamos, y nuestra mente orbita como un planeta pesado, una y otra vez, a su alrededor.” (Mircea Cartarescu)
(Y a mi me encanta que haya tantas que prefieren un paseo la historia al de fútbol)
a las 16:57 hrs de la tarde, o asi, habeis salido en la mtv spania.
ResponderEliminardais por culo
Por qué nos gustan las mujeres
ResponderEliminar“Porque tienen pechos redondos con montañitas que levantan la tela de sus blusas cuando tienen frío, porque tienen caras de rasgos dulces como las de los niños, porque tienen labios rellenitos y dientes decentes. Porque no huelen a transpiración ni a tabaco barato. Porque les sonríen a todos los niños pequeños que pasan a su lado. Porque caminan por la calle con la cabeza alzada, con los hombros hacia atrás y no responden a tu mirada cuando te fijas en ellas como un maníaco. Porque pasan con un valor inesperado por encima de todas las servidumbres que les imponen sus anatomías delicadas. Porque en la cama son atrevidas e inventivas para mostrarte lo mucho que te aman. Porque se hacen cargo de todas las tareas pequeñas y aburridas de la casa sin quejarse, sin presumir y sin pedir que se les dé las gracias. Porque no leen revistas porno ni navegan por sitios porno. Porque llevan todo tipo de zarandajas que hacen juego con sus ropas según reglas incomprensibles. Porque se dibujan y se pintan las caras con la atención concentrada de un artista inspirado. Porque tienen la obsesión por la delgadez de Giacometti. Porque descienden de las niñas. Porque se pintan las uñas de los pies. Porque juegan al ajedrez, al whist o ping-pong sin interesarles quién gana. Porque conducen con prudencia coches que se parecen a caramelos, esperando que las admires cuando cruzas por el paso de cebra. Porque tienen una forma de arreglar los problemas que no eres capaz de comprender. Porque tienen una manera de pensar que te saca de quicio. Porque te dicen te quiero cuando menos te quieren, como una especie de compensación. Porque tienen de vez en cuando pequeñas dolencias: un dolor reumático, un estreñimiento, un callo, y entonces te das cuenta de repente que las mujeres son personas, igual que tú. Porque escriben ya sea de modo sumamente delicado, coleccionando pequeñas observaciones y esbozando sutiles matices psicológicos, ya sea de forma brutal y escatológica, no fuera a ser que sospecharan que hacen literatura femenina. Porque son lectoras extraordinarias para las que se escribe tres cuartas partes de la poesía del mundo. Porque Angie de los Rolling Stones las vuelve locas. Porque las enloquece Cohen. Porque llevan una guerra total e inexplicable contra las cucarachas. Porque hasta la más dura business woman lleva braguitas con florecitas y encajes enternecedores. Porque resulta tan raro tender en el balcón las braguitas de tu chica, unas cositas húmedas, negras, rojas y blancas, en parte satinadas, en parte ásperas, y te asombra la diminuta superficie que tienen que cubrir. Porque en las películas nunca se duchan antes de hacer el amor, pero únicamente en las películas. Porque nunca llegas a un acuerdo con ellas con respecto a la belleza de otra mujer o de otro hombre. Porque se toman la vida en serio, porque parecen creer de verdad en la realidad. Porque verdaderamente les interesa quién sale con quién entre las estrellas de la televisión. Porque siempre se acuerdan de los nombres de las actrices y de los actores de las películas, incluso los de los más oscuros. Porque nunca piensan en cómo ligarse al tipo simpático que ven en el autobús. Porque beben porquerías como Martini Orange, Gin Tonic o Vanilla Coke. Porque sólo se ponen la mano en el culo en los anuncios. Porque son rubias, morenas, pelirrojas, dulces, calientes, cálidas, graciosas. Porque el momento más hermoso del día es el café de por la mañana, una hora entera royendo galletitas y poniendo verde a todo el mundo. Porque son mujeres, porque no son hombres, ni otra cosa. Porque de ellas hemos salido y a ellas regresamos, y nuestra mente orbita como un planeta pesado, una y otra vez, a su alrededor.” (Mircea Cartarescu)
(Y a mi me encanta que haya tantas que prefieren un paseo la historia al de fútbol)
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